Si sufres una situación, porque no soportas el sufrimiento que te ocasionaría salir de ella.
O sufres alejándote de una situación, porque no soportas el sufrimiento de permanecer en ella.
O sufres alejándote de todo, porque no soportas la posibilidad de encontrarte otra situación como la que te hizo sufrir…
Sufres por no sufrir.
Algo que suena muy absurdo, pero que hacemos continuamente.
El sufrimiento es la evidencia de que te resistes a ver y sentir con honestidad lo que sientes y por lo tanto a actuar en consecuencia.
Huyes de tus emociones porque te han educado para que pienses que sentir miedo, angustia, desamor, soledad, vergüenza … es malo.
Procedes de generaciones donde la individualidad y la expresión de lo que uno siente, quedó relegada por completo ante una realidad absolutamente tomada por el paradigma religioso y la supervivencia.
Así que tu también has aprendido a huir de esas emociones, a taparlas y mirar hacia otro lado.
Aprendiste a culpar a algo o a alguien de lo que sientes, como si no tuviera nada que ver contigo.
Procedes de generaciones donde todo lo que sucedía era designio de Dios y el hombre sólo podía agachar la cabeza y aguantar su destino.
Procedes de generaciones absolutamente excluidas de su existencia, generaciones que han seguido una y otra vez la estructura social creada para ellos, sin plantearse nada más.
Tú naciste programado para estar excluido de la responsabilidad de tu propia vida y lo has estado tanto tiempo, que ahora cuando quieres mirar hacia dentro, encuentras un abismo tan insondable que da vértigo.
Pero has venido para eso, ¡llevamos milenios viniendo para eso! y ahora es más fácil de lo que ha sido nunca, porque tienes la libertad de hacerlo y la información de como hacerlo a tu alcance.
Porque mires donde mires, tienes palabras como éstas que te inspiran y alientan a atravesar los limites heredados e ir más allá.
Pero cómo siempre el universo deja la capacidad de elegir en tus manos.
Tú decides si aprovechas la oportunidad o repites curso.
Gemma Pitarch