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sufrimiento

Sentir el miedo

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Todos los seres humanos tenemos miedos. El miedo siempre está detrás, sea evidente o no, de cualquier emoción que seamos capaces de sentir.

Si no existiera el miedo o si fuéramos capaces de no dejarnos influenciar por él, sentiríamos amor incondicional en cualquier situación.

Los maestros de la historia decían que el amor solo se puede experimentar ante una ausencia total de miedo.

Es por eso que al humano le cuesta tanto experimentar el amor incondicional.

El miedo es característica humana, el amor característica divina y ¡somos ambas cosas!

El miedo nos ha permitido sobrevivir en el mundo biológico, el miedo a lo desconocido es arcaico y nos ha capacitado para evitar potenciales peligros e ir con cautela en entornos hostiles. Hoy en día nuestro cerebro evolucionado aporta infinidad de matices a este miedo heredado de nuestros ancestros animales.

Lo vemos reflejado en el rechazo a cualquier cosa que no conocemos, una idea distinta a la nuestra, otra cultura, otra religión, otra raza, …… , pero también en muchos otros aspectos, de modo que todo lo que llamamos “emociones ” esconden un miedo.

Los celos son miedo a perder, la ira miedo a no tener razón, la envidia miedo a no ser lo suficientemente bueno o a no tener lo suficiente, la impotencia miedo a no ser capaz de…

Hasta cuando nos enamoramos hay miedo al rechazo o la perdida y no somos capaces de mostrarnos como somos.

Entonces si el miedo forma parte de todos los aspectos de ti como Humano, mientras estés en este planeta dentro de un cuerpo físico, deja de huir de él y de negarlo, es parte de ti. Tienes brazos, piernas, ojos, piel….. y miedo.

Nos pasamos la vida buscando sentir ese amor incondicional que nos han contado se puede sentir y que te fusiona con la totalidad de lo que somos, pero equivocamos la búsqueda.

Creemos que ese amor hay que buscarlo persiguiendo las emociones de bienestar, la luz, la conexión con el sol, la tierra, las estrellas… Pero así nunca lo encontramos porque le damos la espalda a nuestro miedo. Rechazamos una parte de nosotros mientras pretendemos encontrar el amor incondicional, esto es si mismo es una incoherencia.

Si el amor incondicional solo se da en ausencia o aceptación total del miedo, en esta experiencia humana va a ser francamente difícil sentirlo…

A no ser que en un arranque de autentica coherencia, te dejes sentir ese miedo de igual forma que te permites sentir el placer. Tal vez así, experimentando, aceptando e integrando tu miedo en tu experiencia de vida, puedas sentir el infinito AMOR hacia ti mismo que hay implícito en ese acto.

Gemma Pitarch

Tu dolor

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Cuando algo duele mucho, pero mucho y parece que nada de lo aprendido lo calma, que ninguna técnica funciona, tal vez sea el momento de pararse a sentir, de acompañar ese dolor, dejarlo ser, respirarlo, dejar de resistirse, aceptar y respetar ese proceso en el que te encuentras inmerso.
Sin ninguna intención precisa, sin tratar de cambiarlo, sin tratar de averiguar un “por qué” o un “hasta cuando”, sin buscarle soluciones o negarlo, sin buscar distracciones ni taparlo…
Permitir ser y expresarse a tu dolor, porque ese dolor no viene de fuera, llega de dentro, de muy dentro y tal vez esté guardado ahí desde hace mucho.
Todos llevamos una mochila en la espalda llena de dolores escondidos, no sentidos, no reconocidos, no aceptados.

Algunos los escondimos ya de adultos, otros se guardaron de modo automático en la infancia porque cuando sucedieron, no teníamos recursos para gestionarlos.
Y llega un momento que la mochila no aguanta más peso y todo empieza a salir.

Por el cuerpo con síntomas, por los ojos con lagrimas no justificadas, por el comportamiento con desequilibrios de todo tipo…
Si ya has llegado a ese punto no te queda más remedio que encararte con un monstruo enorme y lo sé, no será fácil y da mucho miedo, pero también sé que mirar todo eso no puede hacerte más daño del que ya te está haciendo, por el contrario te hará mucho bien…
También puedes seguir tapándolo, siempre es tu elección y seguir llenando tu mochila de parches y remiendos de toda clase, en la farmacia y el hospital tienes una gran surtido de ellos…

Pero ¿sabes? si no aligeras peso, esos parches terminan cediendo, todo tiene un límite.
“El ser humano es el único animal que sufre por no sufrir”.
Mira tu dolor, permítelo ser, siéntelo, porque cuando aparece no lo hace para que sufras, lo hace con todo el amor del mundo para que lo mires, lo reconozcas y lo dejes marchar.


Gemma Pitarch.

El sufrimiento

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Si sufres una situación, porque no soportas el sufrimiento que te ocasionaría salir de ella.
O sufres alejándote de una situación, porque no soportas el sufrimiento de permanecer en ella.
O sufres alejándote de todo, porque no soportas la posibilidad de encontrarte otra situación como la que te hizo sufrir…
Sufres por no sufrir.
Algo que suena muy absurdo, pero que hacemos continuamente.
El sufrimiento es la evidencia de que te resistes a ver y sentir con honestidad lo que sientes y por lo tanto a actuar en consecuencia.
Huyes de tus emociones porque te han educado para que pienses que sentir miedo, angustia, desamor, soledad, vergüenza … es malo.
Procedes de generaciones donde la individualidad y la expresión de lo que uno siente, quedó relegada por completo ante una realidad absolutamente tomada por el paradigma religioso y la supervivencia.
Así que tu también has aprendido a huir de esas emociones, a taparlas y mirar hacia otro lado.
Aprendiste a culpar a algo o a alguien de lo que sientes, como si no tuviera nada que ver contigo.
Procedes de generaciones donde todo lo que sucedía era designio de Dios y el hombre sólo podía agachar la cabeza y aguantar su destino.
Procedes de generaciones absolutamente excluidas de su existencia, generaciones que han seguido una y otra vez la estructura social creada para ellos, sin plantearse nada más.
Tú naciste programado para estar excluido de la responsabilidad de tu propia vida y lo has estado tanto tiempo, que ahora cuando quieres mirar hacia dentro, encuentras un abismo tan insondable que da vértigo.
Pero has venido para eso, ¡llevamos milenios viniendo para eso! y ahora es más fácil de lo que ha sido nunca, porque tienes la libertad de hacerlo y la información de como hacerlo a tu alcance.
Porque mires donde mires, tienes palabras como éstas que te inspiran y alientan a atravesar los limites heredados e ir más allá.
Pero cómo siempre el universo deja la capacidad de elegir en tus manos.

Tú decides si aprovechas la oportunidad o repites curso.


Gemma Pitarch

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